El verano pasa
igual de rápido que aquella estrella fugaz a la que le pediste como deseo un
amor de verano de ensueño. La estrella fugaz fue obediente porque desgastaste
tus labios en los suyos, podías ver la infinidad de días que te quedaban a su
lado con solo mirar a sus ojos. Hicisteis que dos cuerpos formaran uno solo, y
que cada uno de vuestros míseros corazones latiera a la misma velocidad cada
vez que vuestra piel se rozaba. Mano con mano, día tras día. Puestas de sol al
lado del mar, y amaneceres en su cama. La pasión se mezclaba con las ganas de
tener un verano perfecto, al igual que las noches en su cama pasaban tan rápido
como las hojas de aquel viejo libro que tanto la gustaba. ‘Lo que no te mata,
te hace más fuerte’ la dijeron ‘Y si él no me mata, me hará más fuerte’ pensó.
Pero todos los
veranos son fugaces, y este no iba a ser menos. De pronto se acostaba en
Junio,y amanecía en Septiembre, al igual que se acostaba a su lado y amanecía
en el coche para ir al instituto.